Un
encuentro con El Arte Americano de Santiago Cogorno.
Acercarse
a una expresión artística siempre propone una aventura, un desafío, que consta
básicamente en zambullirse dentro de la realidad misteriosa que el autor
presenta a sus espectadores. Un libro interpela tácitamente al lector a resolver
las preguntas: ¿qué historia se cuenta?
¿qué personajes la construyen? ¿en qué escenarios se dibujan? ¿qué espacio
ocupo yo en esta trama?
Abordar
la lectura de El Arte Americano de
Santiago Cogorno profundiza estas tareas, en parte porque es un libro de arte
y como tal de un orden intensamente visual, pero al mismo tiempo su estructura
literaria, que funciona como un entretejido que da sentido a las reproducciones
de sus páginas a modo de totalidad, abre la puerta a un relato, que como Telma
Satz define en el prólogo, es una historia que late, con el motor de una entrañable amistad.
Así,
transitar por las obras de Cogorno a través de los textos que las enlazan, crea
un lugar de encuentro, de intimidad con el artista, con el hombre, con el
amigo.
Y se cuenta una historia.
Una
historia que revela sentimientos y admiración por un hombre que pareciera haber
tenido la capacidad de retener en sus ojos un paisaje del mundo de carácter inconmensurable.
Los ojos pueden resultar pequeños para percibir lo que se despliega en su
entorno, por eso la mirada recorta, fija su atención en lo importante. Desde
aquí, se cuentan dos historias: la mirada de Heriberto, el amigo incondicional,
y la mirada de Santiago, el hombre que no puede parar de contar la inmensidad
de lo que ve, valiéndose de sus manos como recurso.
Y fluyen los personajes.
Los
colegas y amigos en el derrotero vital de Santiago, lo van esculpiendo, con
cada una de sus anécdotas y experiencias compartidas. Lo plasman en una tela
permanente, así como una obra de arte que va teniendo nuevas significaciones
cada vez que es contemplada, Santiago vuelve a nacer en cada relato y cada vez
que es convocado en la memoria, se establece un nuevo vínculo, un nuevo
encuentro.
Y se dibujan escenarios.
América
con sus colores. América con sus tradiciones originarias. América voluptuosa,
laboriosa, oprimida y al mismo tiempo fecunda y exuberante. América con sus
mujeres, que contienen a todas las mujeres. Mujeres atadas a sus designios, entramadas
en los paisajes, otorgándoles un sentido fundamental, imprescindible.
Y el lector desaparece para convertirse en
protagonista.
Leer “El
Arte Americano…” propone instalarse en el taller de Santiago y conversar con
él, mientras las urgencias lo atraviesan. Esas urgencias por crear, si se
entiende “crear” al hecho de tomar la realidad expuesta ante los ojos, fundirla
con el filtro de la mirada individual, unir las circunstancias para concebir y
dar forma a algo nuevo que no existía hasta ese momento -que tampoco podrá ser
repetido- y parirlo compulsivamente, sin aviso.
La
misteriosa aventura en este caso es apropiarse de las historias, los relatos,
los escenarios y dejarse interpelar por otras preguntas tácitas: ¿con qué colores, con cuáles tramas, en qué labores, estoy dibujada en el
maravilloso mundo de la mirada de Santiago? ¿en ese otro taller que ahora
habita, cómo seguirá dibujándonos a todos desde la pasión de su memoria?
El Arte Americano de Santiago Cogorno
Proyecto y selección de obras
Heriberto Arbolave
ARTE ON-LINE, Buenos Aires, Argentina, 2012.
El Arte Americano de Santiago Cogorno
Proyecto y selección de obras
Heriberto Arbolave
ARTE ON-LINE, Buenos Aires, Argentina, 2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario